Él defendía lo que creía y lo que amaba con vehemencia, con argumentos de plata, mercurio o plomo de ser necesario.
Yo tengo escrito por toda la piel que soy suya y nunca esperé leer en los tatuajes de tu piel que tú eras mío.
Él me amó hasta su muerte y yo quisiera pensar que yo haré lo mismo contigo, aunque esté más allá de la lógica y de la comprensión de los ajenos.
Afinidad espiritual, quizá.
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