viernes, 28 de noviembre de 2008

And dreams of flying I fit nearly.

Hoy me hicieron levantarme temprano para nada y mientras me quejaba amargamente con la ninfa, me di cuenta que había un ave justo al borde de la calle.

Cuando se lo comenté, hizo el obvio 'eeeewwww', sin darse cuenta de que estaba viva, cuando se lo señale me pidió que la moviera, pero al moverla casi la pisa un tipo que pasaba por ahí, así que opté por subirla en los documentos que traía, llevarmela a la oficina y meterla en donde usualmente guardo mi té.




Cuando llamé para pedir mi comida convencí a la personita que iba a traermela de que trajera una jaula, después de que se burlara de mi por tener el escritorio lleno de parásitos de ave, por supuesto.

Mientras le pedía que la metiera con cariño se burló un poco más de mi, recordandome que era el mismo tipo de ave que anidaba en el árbol de mi jardín, por lo tanto el mismo tipo de ave que era parte de la dieta habitual de mis seis gatos, cuyos restos siempre aparecían regados por el patio.


Yo me encogí de hombros diciendole que ya había pensado en la ironía de todo el asunto.

No lo sé, culpare el hombre encantador que detuvo el auto el día que se nos atraveso una tortuga apestosa y le pidió a alguien más que se bajara a moverla de la vía pública.

Aunque debo admitir que la vía no era muy pública, la tortuga sí olía muy mal, ja.



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